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De la “parrilla” al atril

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DE LA “PARRILLA” AL ATRIL
Tocar “a la parrila” según el mejor entendimiento musical de cada integrante del conjunto orquestal, era lo común en las presentaciones de los grupos musicales. Una partitura para piano en cada atril, o no,  y cada uno de los ejecutantes intervenía según su leal saber y entender.
En la década de 1920, los hermanos De Caro – Julio desde el violín y Francisco en el piano – comenzaron a determinar anticipadamente y siempre de la misma manera, cuándo y cómo actuaba cada integrante de la orquesta
Puede que hubiera habido otros intentos o ensayos anteriormente, pero las pautas escritas en las orquesta aparecieron oficialmente con los hermanos De Caro.
Hubo resistencia, de parte de los músicos, para aceptar esta nueva disciplina en las orquestas, pero al verse la buena recepción que su aplicación tenía en el público, pronto fue imitada por casi todas las agrupaciones.
La labor la llevaba a cabo el líder que encabezaba el grupo, pero al generalizarse la necesidad de un orquestador en cada orquesta, pronto se abrieron academias de los más adelantados, donde se transmitían los conocimientos para mejorar la ejecución musical. Luego la intuición musical de cada quien establecería corrientes diversas, desde lo rítmico como de lo estrictamente musical y tanguero.
Los más conocidos y cotizados arregladores, en el ambiente tanguero, fueron Héctor María Artola y Argentino Liborio Galván, sin dejar de nombrar a otros muchos.
Merece alguna mención especial, la orquesta de “Chicharrita” Pugliese, donde  se nuclearon simultáneamente como músicos y arregladores externos y se daba una verdadera puja que don Osvaldo resolvía, lo más equitativamente posible, para no disgustar o no desanimar a sus colaboradores.
También Pichuco Troilo, tenía una enorme “goma de borrar”, para no desviar a su orquesta de su concepción tanguera y era en “arreglador final”, afirmando “Esto no va, Gato…” (a Piazzolla) o “lo podemos cambiar…? (a Argentino Galván o a Julián Plaza).
En nuestra Bahía Blanca
Pude conocer y presenciar esta tarea creadora, en oportunidad de la presentación en los programas de “Tango en la Bahía”, de varios intérpretes de Buenos Aires, como Néstor  Rolán  y Alberto Bianco. El director del cuarteto. Rubén “El Gallego“ Martínez, que iba a acompañarlos estuvo conversando con ellos, unos diez minutos y luego con el bandoneón sobre las rodillas y sobre el fueye un blog de hojas pentagramadas como quien redacta una misiva fue colgando los negritos en las cinco alambres de la hoja, intercalando de vez en cuando algún acorde que digitaba en el instrumento musical y en una media hora más tenía realizados las orquestaciones para los cuatro músicos.
Y cuando Bianco le preguntó si se los vendía, El Gallego, con esa simpatía tan suya, le contestó: “Llevátelos, son tuyos” y lo mismo hizo con Rolán, como lo había hecho para tantos cantores y cancionistas llegadas a Bahía Blanca.
Ocurre así en las ciudades del interior, existen ignorados verdaderos obreros del arreglo orquestal, para adecuar  los acompañamientos de las figuras consagradas que llegan a actuar en esos ámbitos. Además del “Gallego” Martínez, Bahía Blanca y nuestra región tiene o tuvo a Luis Cicive, Hugo Marozzi, Mario Grossi, Aníbal Vitali, Antonio Volpe, Víctor Volpe y tantos otros.
Y el derecho intelectual?
Los arregladores u orquestadores son verdaderos creadores complementarios de la creación musical y poética. Pero más allá del arreglo circunstancial que el arreglo conlleva entre el responsable de la interpretación y estos embellecedores de la inspiración autoral, ¿no deberían tener una protección intelectual por su trabajo?
Tal vez como un apéndice o un componente de los derechos de autor, Sadaic debería adjudicar una parte de las regalías que percibe, destinándolas a estos trabajadores del arte.
Hubo un intento de exigir este reconocimiento, pero la férrea negativa de los principales directores de orquesta y las empresas grabadoras pronto abortaron esa iniciativa, de la que nunca más se escuchó hablar.
Orquestadores o arregladores?
Ya de entrada se presenta un problema semántico. La persona especializada en transportar desde la partitura original, en su versión para piano, a cada uno de los ejecutantes simultánea o independientemente, para imprimir una identidad musical con lo determinado originalmente para esa orquesta, para respetar la idea musical del compositor y por fin que el todo de esas modificaciones sea agradable para los destinatarios finales aquellos seguidores que integran ese “monstruo de las mil cabezas”, tal como lo bautizara el maestro Fioravanti; ¿es arreglador? ¿es orquestador?
Veamos lo que opinan ellos mismos:
Nos dice Néstor Marconi: “- En realidad, los términos se confunden y se mal usan en algunos momentos. Se confunde la tarea del arreglador con la del orquestador. La palabra exacta es orquestador, porque en verdad se trata de orquestar un tema, o sea escribir una obra para una determinada cantidad de músicos e instrumentos. Yo sería arreglador si alguien me trajera una melodía y me pidiese que le diera determinada forma musical, o que la escribiese en menos o mas compases. Ahí, si, estaría arreglando. Pero no es mi caso. Yo soy orquestador. Creo que esta aclaración es válida porque corrientemente se usa arreglador por orquestador”.
A su vez Osvaldo Requena opina: “¿Qué es un areglo? Cada uno tiene su concepción al respecto, pero no difícil definirlo. Es tratar de hermosear y destacar la melodía, sin destruirla, al contrario, tratando siempre de respetarla al máximo. Primero poner la melodía luego hacer la variación sobre ella y como se dice vulgarmente, poner la armonía de violín dentro de ella. Porque si no lo que se hace es destruir el concepto del autor. Siempre hay que respetar la línea melódica. Yo cuando me siento al piano primero hago la armadura de lo que quiero hacen pongo el cifrado de los tonos y con la lapicera – yo tacho y corrijo – hago el arreglo, soy bastante rápido. El arreglador también es creador, porque tantas hay armonías como a cada uno se le puede ocurrir y nunca se debe perder la esencia tanguera”
Comenta Daniel Lomuto: “El trabajo de éste (el arreglador) no sólo embellece el tema de  acuerdo a su propio gusto o inspiración, muchas veces es una necesidad, pues la partitura puede ser muy pobre. –y continúa más adelante – El arreglo admite algunos cambios en sus melodías, en los acordes de las armonías, establece contracantos, pasajes, instala “solos” de instrumentos, adornos, dispone los ligados y staccatos; inventa variaciones y crea fondos para acompañamientos. En definitiva es una recreación, un embellecimiento del tema primitivo.(…)Un buen arreglador hace todo esto sin desnaturalizar la melodía, ni el espíritu de la obra original (…) Orquestación siginifica decidir cuales instrumentos o voces ejecutarán lo concebido por el arreglador. (…) Arreglo y orquestación son las claves que definen los estilos de los diferentes intérpretes”.
¿Tradicionalistas y vanguardistas?
Opiniones de Argentino Liborio Galván: “Ante todo no creo en el tango moderno, creo en el tango simple y sencillo. En cambio, creo si, en la orquesta moderna. Y ésta es la que no se conforma con repetir siempre lo mismo, con monotonía y falta de impulso creativo, si no que busca nuevos timbres que van a enriquecer y modernizar el tango sin desvirtuarlo (…) No puede haber tango sinfónico ni orquesta sinfónica del tango, sencillamente porque no existen piezas sinfónicas en el campo del tango. Aunque no me niego a un sutil cambio a través del tiempo en la riqueza musical del tango, que proviene, en mi opinión, del decisivo progreso en la orquestación”
Reflexiona Carlos García: “El creador crea sin darse cuenta, espontáneamente. Pichuco, Di Sarli, De Caro, Salgán y hasta el mismo Piazzolla, crearon su obra y ninguno de ellos sel tildó de vanguardista. Lo hacían sin darse cuenta. Ellos muestran su descubrimiento, lo que saben, lo que les nace y nada más. Finalmente expresa que, para él “la vanguardia” es un rótulo. Los músicos importantes hicieron su obra porque tenían un fuego sagrado adentro”.

ARGENTINO L GALVAN

ARGENTINO L GALVAN

(Invitamos a ver la información relativa a Arregladores, haciendo click en la columna de la derecha de la pantalla)

“Desde la “Parrilla…”
Tocar “a la parrila” según el mejor entendimiento musical de cada integrante del conjunto orquestal, era lo común en las presentaciones de los grupos musicales. Una partitura para piano en cada atril, o no,  y cada uno de los ejecutantes intervenía según su leal saber y entender.
En la década de 1920, los hermanos De Caro – Julio desde el violín y Francisco en el piano – comenzaron a determinar anticipadamente y siempre de la misma manera, cuándo y cómo actuaba cada integrante de la orquesta
Puede que hubiera habido otros intentos o ensayos anteriormente, pero las pautas escritas en las orquesta aparecieron oficialmente con los hermanos De Caro.
Hubo resistencia, de parte de los músicos, para aceptar esta nueva disciplina en las orquestas, pero al verse la buena recepción que su aplicación tenía en el público, pronto fue imitada por casi todas las agrupaciones.
La labor la llevaba a cabo el líder que encabezaba el grupo, pero al generalizarse la necesidad de un orquestador en cada orquesta, pronto se abrieron academias de los más adelantados, donde se transmitían los conocimientos para mejorar la ejecución musical. Luego la intuición musical de cada quien establecería corrientes diversas, desde lo rítmico como de lo estrictamente musical y tanguero.Los más conocidos y cotizados arregladores, en el ambiente tanguero, fueron Héctor María Artola y Argentino Liborio Galván, sin dejar de nombrar a otros muchos.
Merece alguna mención especial, la orquesta de “Chicharrita” Pugliese, donde  se nuclearon simultáneamente como músicos y arregladores externos y se daba una verdadera puja que don Osvaldo resolvía, lo más equitativamente posible, para no disgustar o no desanimar a sus colaboradores.
También Pichuco Troilo, tenía una enorme “goma de borrar”, para no desviar a su orquesta de su concepción tanguera y era en “arreglador final”, afirmando “Esto no va, Gato…” (a Piazzolla) o “lo podemos cambiar…? (a Argentino Galván o a Julián Plaza).
En nuestra Bahía Blanca
Pude conocer y presenciar esta tarea creadora, en oportunidad de la presentación en los programas de “Tango en la Bahía”, de varios intérpretes de Buenos Aires, como Néstor  Rolán  y Alberto Bianco. El director del cuarteto. Rubén “El Gallego“ Martínez, que iba a acompañarlos estuvo conversando con ellos, unos diez minutos y luego con el bandoneón sobre las rodillas y sobre el fueye un blog de hojas pentagramadas como quien redacta una misiva fue colgando los negritos en las cinco alambres de la hoja, intercalando de vez en cuando algún acorde que digitaba en el instrumento musical y en una media hora más tenía realizados las orquestaciones para los cuatro músicos.
Y cuando Bianco le preguntó si se los vendía, El Gallego, con esa simpatía tan suya, le contestó: “Llevátelos, son tuyos” y lo mismo hizo con Rolán, como lo había hecho para tantos cantores y cancionistas llegadas a Bahía Blanca.
Ocurre así en las ciudades del interior, existen ignorados verdaderos obreros del arreglo orquestal, para adecuar  los acompañamientos de las figuras consagradas que llegan a actuar en esos ámbitos. Además del “Gallego” Martínez, Bahía Blanca y nuestra región tiene o tuvo a Luis Cicive, Hugo Marozzi, Mario Grossi, Aníbal Vitali, Antonio Volpe, Víctor Volpe y tantos otros.
Y el derecho intelectual?
Los arregladores u orquestadores son verdaderos creadores complementarios de la creación musical y poética. Pero más allá del arreglo circunstancial que el arreglo conlleva entre el responsable de la interpretación y estos embellecedores de la inspiración autoral, ¿no deberían tener una protección intelectual por su trabajo?
Tal vez como un apéndice o un componente de los derechos de autor, Sadaic debería adjudicar una parte de las regalías que percibe, destinándolas a estos trabajadores del arte.
Hubo un intento de exigir este reconocimiento, pero la férrea negativa de los principales directores de orquesta y las empresas grabadoras pronto abortaron esa iniciativa, de la que nunca más se escuchó hablar.
Orquestadores o arregladores?
Ya de entrada se presenta un problema semántico. La persona especializada en transportar desde la partitura original, en su versión para piano, a cada uno de los ejecutantes simultánea o independientemente, para imprimir una identidad musical con lo determinado originalmente para esa orquesta, para respetar la idea musical del compositor y por fin que el todo de esas modificaciones sea agradable para los destinatarios finales aquellos seguidores que integran ese “monstruo de las mil cabezas”, tal como lo bautizara el maestro Fioravanti; ¿es arreglador? ¿es orquestador?
Veamos lo que opinan ellos mismos:
Nos dice Néstor Marconi: “- En realidad, los términos se confunden y se mal usan en algunos momentos. Se confunde la tarea del arreglador con la del orquestador. La palabra exacta es orquestador, porque en verdad se trata de orquestar un tema, o sea escribir una obra para una determinada cantidad de músicos e instrumentos. Yo sería arreglador si alguien me trajera una melodía y me pidiese que le diera determinada forma musical, o que la escribiese en menos o mas compases. Ahí, si, estaría arreglando. Pero no es mi caso. Yo soy orquestador. Creo que esta aclaración es válida porque corrientemente se usa arreglador por orquestador”.
A su vez Osvaldo Requena opina: “¿Qué es un areglo? Cada uno tiene su concepción al respecto, pero no difícil definirlo. Es tratar de hermosear y destacar la melodía, sin destruirla, al contrario, tratando siempre de respetarla al máximo. Primero poner la melodía luego hacer la variación sobre ella y como se dice vulgarmente, poner la armonía de violín dentro de ella. Porque si no lo que se hace es destruir el concepto del autor. Siempre hay que respetar la línea melódica. Yo cuando me siento al piano primero hago la armadura de lo que quiero hacen pongo el cifrado de los tonos y con la lapicera – yo tacho y corrijo – hago el arreglo, soy bastante rápido. El arreglador también es creador, porque tantas hay armonías como a cada uno se le puede ocurrir y nunca se debe perder la esencia tanguera”
Comenta Daniel Lomuto: “El trabajo de éste (el arreglador) no sólo embellece el tema de  acuerdo a su propio gusto o inspiración, muchas veces es una necesidad, pues la partitura puede ser muy pobre. –y continúa más adelante – El arreglo admite algunos cambios en sus melodías, en los acordes de las armonías, establece contracantos, pasajes, instala “solos” de instrumentos, adornos, dispone los ligados y staccatos; inventa variaciones y crea fondos para acompañamientos. En definitiva es una recreación, un embellecimiento del tema primitivo.(…)Un buen arreglador hace todo esto sin desnaturalizar la melodía, ni el espíritu de la obra original (…) Orquestación siginifica decidir cuales instrumentos o voces ejecutarán lo concebido por el arreglador. (…) Arreglo y orquestación son las claves que definen los estilos de los diferentes intérpretes”.
¿Tradicionalistas y vanguardistas?
Opiniones de Argentino Liborio Galván: “Ante todo no creo en el tango moderno, creo en el tango simple y sencillo. En cambio, creo si, en la orquesta moderna. Y ésta es la que no se conforma con repetir siempre lo mismo, con monotonía y falta de impulso creativo, si no que busca nuevos timbres que van a enriquecer y modernizar el tango sin desvirtuarlo (…) No puede haber tango sinfónico ni orquesta sinfónica del tango, sencillamente porque no existen piezas sinfónicas en el campo del tango. Aunque no me niego a un sutil cambio a través del tiempo en la riqueza musical del tango, que proviene, en mi opinión, del decisivo progreso en la orquestación”
Reflexiona Carlos García: “El creador crea sin darse cuenta, espontáneamente. Pichuco, Di Sarli, De Caro, Salgán y hasta el mismo Piazzolla, crearon su obra y ninguno de ellos sel tildó de vanguardista. Lo hacían sin darse cuenta. Ellos muestran su descubrimiento, lo que saben, lo que les nace y nada más. Finalmente expresa que, para él “la vanguardia” es un rótulo. Los músicos importantes hicieron su obra porque tenían un fuego sagrado adentro”.


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